La leyenda...
En las altas montañas nevadas de las deslumbrantes tierras de Hyrule, susurraban los vientos entre sus pasajes, la historia de una valiente guerrera, quien con sus ropajes verdes, su carismática sonrisa y su extravagante espada, hacía unos cuantos años le había devuelto la paz a todo ser que en estas tierras viviera...
Su encuentro había sido sangriento, más que cualquier otro que se haya visto o narrado antes[...] vio morir a su aldea entera: su familia, sus amigos y cercanos, y pese a que la ira y la sed de venganza le invadieron su corazón, decidió prepararse para su encuentro con tan misterioso asesino psicópata.
Un joven de colores grises y blancos, con una mirada roja como la sangre de los cercanos a ella que escurría por su espada; una leve sonrisa que se desplazaba de lado a lado, sonreía por lo que había hecho, sin importarle a quién había matado ni a quién había dejado vivir, se sentía orgulloso por su cometido, y no dejaba de mirar a la joven chica que, minutos antes, lo había observado asesinar a toda persona que ella amaba.
— ¿Cómo te llamas, jovencita? — preguntó, acercándose lentamente, mientras la sangre de sus víctimas caía gota a gota de su espada — ¿no estarás creyendo qué te dejé vivir sólo por qué lo merecieras, o sí?
Estaba conmocionada por lo que había sucedido, pero hacía falta más que frías palabras para siquiera asustarla.
— ¡Qu... qué te importa! — respondió bruscamente la joven — si tanto deseas saber quién soy ¿por qué no simplemente peleas conmigo, cobarde?
Esas palabras inquietaron al extraño, en sus innumerables matanzas, no acostumbraba a escuchar expresiones de ese estilo, solo una vez, hace mucho tiempo, casualmente con una jovencita también.
— ¿Acaso será... será la chica de la que todos hablan? — pensaba, mientras observaba el ardor del fuego y el humo acercándose lentamente al cielo —. No creo que lo sea, aquella pequeña tendría unos diez años como mucho, y peleaba torpemente, por eso la dejé vivir[...] pero ¿ella podría ser... aquella que en distintas épocas, los trovadores han denominado como la Heroína del...
Antes de que el chico de escaso color siguiera con sis divagados pensamientos, la joven cargó contra él y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba a sus espaldas.
— ¿¿¿¡¡¡Qué demonios te sucede, maldita mocosa!!!??? — arremetió contra ella, girando su cuerpo hacia su posición —.
Sin percatarse en ese mismo instante, gotas de su oscura sangre empezaban a caer lentamente por su mejilla.
— ¿Tú... tú me has hecho esto? — preguntó inquieto y un poco atemorizado —.
Nunca había sentido algo así, por primera vez temía por su vida, nunca nadie había sido capaz de tan siquiera tocarlo o acercarse a él; ¿qué hacía a esta jovencita diferente?¿acaso matar a todo aquel que amaba y quería con su alma, le dio la fuerza de voluntad para atreverse a enfrentarlo? tenía muchos preguntas pero ninguna respuesta, así que decidió explorar con la mirada lo que ella podía mostrarle.
— ¿Acaso tienes miedo de mi, idiota? — decía, entre una sonrisa piadosa —.
Enfadado por el comentario de la joven, empezó a mirarle de pies a cabeza, para encontrar alguna pista que le ayudase a conocer un poco más de su rival, cuando de repente, lo vio allí colgando de su cuello.
— ¡¡No... no puede ser que tú poseas la Trifuerza del Valor!!
— ¿Así que ya te diste cuenta de quién soy, no? — preguntaba la joven, aún entre pequeñas risas —. Espero que recuerdes lo que hiciste hace unos cuantos años, porque yo aún lo recuerdo, mejor que nada en el mundo, Dark...
— ¿Sa... sabes mi nombre?¿me... me conoces a mi? — decía, entrecortando su voz cada vez más seguido —.
— Te dije que me prepararía para acabar contigo de una vez por todas, maldito infeliz. Todas y cada una de las personas que has asesinado, serán vengadas por la sagrada Espada Maestra, quien brindará descanso eterno a todas aquellas almas que han sido segadas por tus asquerosas manos grises.
En ese momento lo recordó, aquella jovencita, aquella pequeña que hace unos cuantos años había dejado vivir, nunca creyó que de una manera tan torpe pudiese vencerle algún día, y ahora; le ha hecho una cortada en su rostro y tenía temblando su alma, temeroso por su vida.
— ¿Có... cómo es posible qué... en tan poco tiempo hayas aprendido y encontrado tant...? — preguntaba, casi sollozando del miedo —.
Y antes que terminase su pregunta, recibió un golpe certero en el abdomen, a manos del mismísimo Escudo Hyliano.
— Pregunta todo lo que quieras, Dark; pero ten por seguro que de ésta no saldrás con vida — respondió —.
Aturdido por el golpe asentado, cayó de rodillas al piso y, acto seguido, escupió un gran trago de oscura sangre.
— ¡¡Es imposible que una —tose— una mocosa como tú!!
Y de nuevo, antes que terminase su frase, fue golpeado en la cabeza por el enorme escudo.
— ¿Te vas a callar de una buena vez?¿acaso no has visto la situación en la qué te encuentras? — decía, con un tono de seriedad —. He viajado a través del tiempo en tu búsqueda, nunca podré perdonar ninguno de tus crueles actos, ni hoy, ni mañana, ni en ninguna otra vida.
— ¿Y qué crees que vas a ganar asesinándome, niñata? — preguntó —.
— Nada, quizá no gane nada. Y quizá no piense en asesinarte, pero algo tendré que hacer contigo por los crímenes que cometiste en mi contra, y en contra de los inocentes ciudadanos de las aldeas de Hyrule.
Poco a poco, empezó a acercarse a Dark, tomando sus precauciones; conociendo a personas malvadas como él, sabía que no podía fiarse.
— Tienes tres opciones, toma la que más desees — decía, mientras se acercaba lentamente y posaba frente suya—.
Número uno: Rindes descargos por tus actos en el castillo frente a la princesa, ciudadanos y antes mí, pasando el resto de tus días pudriéndote en la cárcel como el vil asesino que eres.
Número uno: Rindes descargos por tus actos en el castillo frente a la princesa, ciudadanos y antes mí, pasando el resto de tus días pudriéndote en la cárcel como el vil asesino que eres.
Número dos: Das tu servidumbre solamente ante mi, pagando tus crímenes a merced de mis caprichos.
Número tres: Mueres.
— ¿Qué hay de la número cuatro, mocosa? — decía, mientras de su chaqueta de cuero sacaba un extraño de rara apariencia —.
— Dije que solo había tres opcio...
Antes que terminase de hablar, un silencio absoluto invadió el ambiente; las llamas ya no generaban sonido al oscilar de un lado para otro, solo el lento latir de un corazón...
Dark, la había apuñalado por sorpresa.
Dark, la había apuñalado por sorpresa.
Lo alejó de un puñetazo en el rostro, desmayándolo inmediatamente. Por su lado, no dejaba de sangrar del costado izquierdo de su abdomen, le herida no había sido profunda, pero si no se le trataba, posiblemente iba a morir.
— ¿A... así qué... este es mi final... quince largos años, para terminar de esta mane... — tosía, mientas caía de rodillas al suelo soltando su espada y escudo — manera?
Tan larga travesía no podía quedar así, ella lo sabía muy bien, no había llegado tan lejos para ser quien al final terminase muriendo; pero lo recordó, recordó lo que un viejo árbol parlante hace mucho, en uno de sus viajes le había comentado...
'En el momento que te encuentres en problemas llámala por su nombre, acudirá en tu ayuda e, independientemente de tu situación, tendrá una solución para ti'
— ¿Có...cómo se llamaba esa ruidosa hada? — decía, con una voz un poco más delgada — vamos, recuérdalo, tu puedes hacerlo, tú puedes hacerlo[...] Na...vi... — susurró, mientras sus ojos poco a poco iban cerrando —.
Un par de días más tarde...
— Prin... ¡princesa Zelda! — decía uno de los guaridas reales, mientras jadeaba luego de un largo trayecto — han... han llegado noticias sobre nuestra valiente guerrera. Ella... sucumbió en batalla al luchar contra un extraño muchacho de pocos colores que, según los locales supervivientes, se hacía llamar Dark, quién también al parecer ha caído.
— ¿Alguno de los cuerpos se encontraba allí? — preguntó la princesa, mientras miraba por un costado de la puerta la puesta de sol —.
— No, mi señora. Cuando llegamos no había rastro alguno, solo se encontraron marcas de la devastación que sufrió la aldea, escenarios de lo que dedujimos pudo haber sido una pelea y, sangre... mucha sangre cerca a la entrada del lugar.
— Entiendo, general ¿encontraron algún objeto qué pueda ayudarnos con el paradero de nuestra valiente? — preguntó, dando un largo trago de saliva —.
— No, mi señora, como le dije anteriormente, solo había rastros...
Mientras que en el castillo real seguían teniendo tan triste conversación, un joven trovador local conocido por siempre traer consigo las más interesantes e increíbles historias, se acercó a la tarima más concurrida de la plaza y cercana al castillo real, llamando la atención de los pueblerinos incrustando en la vieja madera, una espada carcomida por la sangre junto a un gorro gris.
— ¡¡ACERCAOS TODOS; GUARDIAS, CAMPESINOS, MERCADERES, PUEBLERINOS, MI PRINCESA, ACERCAOS Y ESCUCHAD LAS PALABRAS QUE TRAIGO PARA VOSOTROS EL DÍA DE HOY!!
Ante tanta curiosidad y siendo tan grande el estruendo que resonaba por las calles del castillo, la princesa Zelda y su guardia real se dirigieron a la entrada principal del castillo. Mientras, el sol ya se disponía a dar paso a su hermana luna, poco a poco se acercaban para escuchar las importantes palabras que el trovador traía consigo.
— ESCUCHAD ATENTAMENTE, PORQUE QUIÉN ME HA PEDIDO QUE TROVE ESTAS PALABRAS, NO QUIERE QUE ESTE TROZO DE PERGAMINO SEA LEÍDO DE NUEVO, SINO QUE LA LEYENDA PASE DE ALDEA EN ALDEA, DE REINO EN REINO, HASTA QUE EL FUERTE VIENTO NARRE ESTA HISTORIA POR TODO HYRULE!!
Y cito:
" Escuchen todos atentamente cada una de las palabras que hoy aquí escribo. Teman y huyan de mi, todo aquel que desee hacer daño al otro sin motivo alguno, que guste vivir del crimen,que asesine, que robe, que sea corrupto[...] porque el filo de mi espada se hará cargo de la redención de cada uno de sus crímenes, si no lo creen así, tienen en la tarima la prueba más auténtica de lo que soy capaz de hacer. Por otro lado, los buenos no se estremezcan de mi al verme, porque son a ustedes quien yo desde hoy y, hasta el fin de mis días, protegeré con mi propia vida usando mi valentía como principal arma; cada vez que me vean no me agradezcan, aún sigo siendo una pueblerina criada entre y por ustedes, así que trátenme como tal. Hablen de mi, de las hazañas que he vivido y las que me faltan por vivir. Dejaré mi nombre en alto, con mis ropajes, mi espada y mi escudo, haré que la Leyenda de Yuuma, sea más que una leyenda, y, que cuando sea el día de partir, todos hablen de mi como la valiente guerrera que fui, soy y seguiré siendo... "
— ¡¡Ya lo escucharon señoras y señores, de al noca de éste trovador, La Leyenda de Yuuma...!!
Murmullos y susurros empezaron a caer de un lado para otro, ningún comentario negativo, todos se preguntaban quién podría ser, algunos decían ya haberla visto alguna vez, blandiendo su espada a diestra y siniestra, dándole una lección a los malos. Y así fue, como con el pasar de los años, hasta en las montañas más altas y nevadas, por cada uno de sus pasajes, se escuchaba, la leyenda de tan valiente guerrera, la Leyenda, de Yuuma.
Anotación del escritor: Esta historia fue un regalo muy especial, para alguien que es alguien muy especial para mi, pese a que las cosas no sean recíprocas actualmente. Quería dejarlo aquí, viviendo en un rincón de mis letras, porque posiblemente no volvamos a recordarlo nunca más.
María, sé que nunca leerás esto nuevamente, pero gracias, por haber sido quién fuiste conmigo el tiempo que convivimos juntos, gracias, Mafe.

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